Cuando yo era niño, hablaba como niño,
pensaba como niño, razonaba como niño;
cuando llegué a ser adulto,
dejé atrás las cosas de niño.
Ahora vemos de manera indirecta y velada,
como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara.
Ahora conozco de manera imperfecta,
pero entonces conoceré tal y como soy conocido.
Ahora pues, permanecen estas tres virtudes,
la fe, la esperanza y el amor.
Pero la más excelente de ellas es el amor.
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